
Se trataba de un chico entre unos 4 o 5 años
aproximadamente con unos ojos azules impresionantes que simplemente no podía
dejar de mirarme… era bello el nene, tan bello que mi cochambrosa cabeza pensó:
Pero ¿por qué no tiene 40 más?... seguí en lo mío, haciendo notas en papel y pensándome
como una guerrera maya que cuida su tribu, cuando de repente el chamaco
oji-azul por fin se atrevió, se levantó y sin más me dijo: “¿es usted una
piedra?” … ¿Queeeé…una piedra?, ¿cómo una piedra?, le contesté.
“Si una Pedra, pero ya vi que habla y las
piedras no hablan, también se mueve y las piedras no lo hacen, las tienen que
mover… yo las colecciono”- Me dijo.
“Adiós”.
De pronto me acordé de una parábola en la que
San Agustín caminaba por la playa y vio a un niño correr con su palita y luego le preguntó qué quería hacer y el niño
le contestó que meter toda el agua del mar en un hoyito que había hecho en la
arena, a lo que San Agustín le contestó que eso era imposible y el niño le dijo
que era más fácil que él metiera toda el agua del mar en ese hoyito a que San
Agustín comprendiera el misterio de la Trinidad.
Obvio yo no soy ni santa ni nada por el
estilo, la cosa es que ¡YO NO SOY UNA PIEDRA!...
SIENTO, PIENSO, VUELVO A SENTIR… NO SOY UNA
PIEDRA. Cada palabra amable, cada gesto generoso, cada mirada gentil, cada
momento bien vivido, cada abrazo, beso o caricia entregada con honestidad valen
los minutos invertidos que no se repetirán.
Cada lágrima, mal momento, amargura, envidia,
mal deseo… es tiempo perdido que no volverá. Pero que igual nos hace lo que
somos: humanos que no somos de piedra, que sentimos rencores, dolores,
desamores, abandono, traición… miseria.
Las Piedras son sólidas, algunas se rompen
con algunos golpes, depende el material del que estén hechas, algunas pueden
durar millones de años y conservar con dignidad la historia de sus
generaciones, pero NUNCA podrán sentir… habrá quien como bien se dice tenga por
corazón una piedra… pero como me dijo el pequeño nene ojo azul: ”a las piedras hay que moverlas”…
También las piedras construyen, sirven de
apoyo, hasta pueden ayudar a decorar.
No fue un insulto que me dijeran que si era
una Piedra, al contrario me ayudó a comprender primero el valor de las mismas
en nuestra vida y a re-valorar mi vida para moverme aún más.
Y como lo dijo aquel querido sabio del
cancionero popular: “Las piedras, rodando se encuentran….”
LÓPEZ-ARRIAGA
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